Colaboración de
Andrea Gudiel
EL ASUNTO DEL COLLAR.
Conocida la inclinación de María Antonieta hacia las joyas finas y de gran valor, alguos oscuros personajes de su época hallaron fácil modo de envolverla en un embuste, con el cual salió muy perjudicada.
El cardenal
Luis de Rohan, que pertenecía a una de las familias más adineradas de la época,
había caído en las garras de la codiciosa condesa de La Motte- Valois, quien
logra atraparlo en sus redes y disuadirlo de adquirir una joya en nombre de María Antonieta, valorizada
en un millón seiscientas mil libras, que el rey ya le había negado antes a la
reina.
El cardenal
deseaba ganarse el favor de la reina, que le manifestaba una gran enemistad, y
ve en la condesa de La Motte- Valois el alma bienhechora y salvadora que no se
atrevía esperar, esta le dice que se tiene ganado el favor de su prima la reina.
Esta aventurera
conocía la existencia del collar, que el rey Luis XV había hecho tallar para
regalárselo a su protegida, la condesa Du Barry.
El cardenal entabla
negociaciones con Bohmer y Bassange, dueños de la joya, y compra el collar en
nombre de la soberana, de quien creen que procede la orden de satisfacer el importe en varios pagos
aplazados.
En casa de la
condesa, entrega el cardenal el collar, a un falso enviado de la reina. Esa
misma noche la condesa y sus cómplices envían los diamantes de la joya hacía
diversos destinos.
Cuando los
joyeros van a reclamar los pagos retrasados a la reina, esta se da cuenta que
le han tendido una trampa, e inmediatamente manda a llamar al cardenal, quien
confundido por el palabreo no es capaz de excusarse.
María Antonieta
jamás recibió al cardenal, ni conoció a la condesa, jamás tuvo en sus manos ni
una piedra del collar. Solo una deliberada calumnia podría atribuir a la reina
un acuerdo con esta estafadora y con el cardenal.
La reina fue inmiscuida en este deshonroso asunto, sin tener en ello ni la menor sospecha.
La reina fue inmiscuida en este deshonroso asunto, sin tener en ello ni la menor sospecha.
La reina era
inocente, y para dar a conocer públicamente su inocencia, quiso que juzgara el
parlamento. El 31 de mayo de 1786, día del proceso, la multitud se agolpa en
las proximidades del parlamento. Inicia el juicio, a las nueve de la noche, el
resultado fue que la reina fue tenida como culpable.
Y el cardenal,
se dice que con halagos, corrupción y amenazas por parte de los Rohan, queda
absuelto. Cuando la noticia llega a oídos de la reina, no pude más que ponerse
a llorar. Sin embargo, aún habría de sufrir mayores humillaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario